Rallo declara que «debemos prepararnos y adaptarnos a las consecuencias del cambio climático», aunque es necesario esforzarse por mitigarlo.
María José Rallo lleva cien días al frente de la Agencia Estatal de Meteorología. / ELENA SÁNCHEZ / EFE
María José Rallo, presidenta de Aemet, ha confirmado en su primer encuentro con la prensa como líder de la entidad que el agua es el factor con mayor impacto climático en el contexto actual de sequía. Durante la entrevista concedida a EFE, tras evaluar las «alianzas europeas» para perfeccionar los sistemas de alerta precoz, Rallo, quien fuera secretaria general de Transportes y Movilidad (2018-2023), enfatizó la seria preocupación que representa una situación de sequía como la presente. Además, ha propuesto fortalecer la Aemet para convertirla en una herramienta más efectiva al servicio de la comunidad, marcando sus primeros cien días al mando de la autoridad meteorológica.
¿Cuáles son sus prioridades en este mandato?
Una cuestión no muy visible para el ciudadano es el impacto económico de un país que dispone de unos servicios meteorológicos nacionales robustos: por cada euro invertido en meteorología, el beneficio es de 7 euros. En un contexto actual de cambio climático, con fenómenos adversos cada vez más extremos, frecuentes y extensos, la prioridad es reforzar Aemet como herramienta al servicio de la sociedad. Una herramienta que permita además predecir con la máxima antelación posible, reducir los efectos de los fenómenos adversos, informar y sensibilizar respecto a los impactos del cambio climático y plantear un plan estratégico alineado con nuestros homólogos europeos.
Los avisos meteorológicos alertan de fenómenos severos mediante colores, ¿es un sistema suficientemente intuitivo?
Creo que el sistema está perfectamente aceptado por la sociedad. Los colores que se utilizan en estos avisos (amarillo, naranja, rojo) están asumidos con mucha generalidad, tanto a nivel nacional como internacional, y sí son comprendidos por los ciudadanos o por lo menos esa es la percepción que tenemos. Llegan a toda la población, no creo que haya problemas de entendimiento en este ámbito.
¿A nivel europeo se trabaja en nuevas metodologías?
En Europa existe la iniciativa MeteoAlarm, que busca armonizar la emisión de los avisos en los países europeos para trabajar conjuntamente y analizar más intensamente la emisión de avisos orientados a los impactos. No es lo mismo un episodio de lluvias torrenciales un domingo en medio del campo donde no vive nadie, a que ese mismo fenómeno sea en una gran ciudad en hora punta, el impacto es distinto. Esa es una línea de trabajo que iremos profundizando. Algunos países han empezado ya. España está en fase de reflexión para ver cómo se puede profundizar y materializar en el futuro.
Hace unos años la población desconfiaba de las predicciones de Aemet. A día de hoy ¿sigue la desconfianza?
Todas las herramientas e infraestructuras de las que disponemos mejoran con el tiempo. Hay más información y un mayor número de estaciones meteorológicas, pero también nuevos sistemas satelitales que revelan con mucha precisión la situación en la atmósfera, y en poco tiempo, una nueva generación de satélites de Meteosat incrementará la robustez de los datos que se tienen. El nivel de preparación de los profesionales de Aemet es muy alto, a la cabeza de Europa. Disponemos de un sistema de supercomputación «Cirrus» con una capacidad enorme para el tratamiento de datos. Pero todos estos modelos tienen que desarrollarse a nivel internacional y para ello, España está inmersa en las mejores alianzas mundiales para disponer de modelos más avanzados, con el objetivo de predicciones con mayor fiabilidad.
¿Aumentan en España los fenómenos meteorológicos adversos?
Los fenómenos meteorológicos extremos son claros efectos del cambio climático. Copernicus, el sistema europeo de observación de la Tierra, constató semanas atrás que 2023 ha sido el año más cálido desde que hay registros. Además el informe de evaluación de los riesgos climáticos de la Agencia Europea del Medio Ambiente prevé un calentamiento para Europa de 3º en 2050, frente a los 1,5º como objetivo. A nivel mundial, ese calentamiento hace que las olas de calor sean más duraderas y que los océanos se calienten más, lo que favorece la evaporación, un combustible para tormentas, Danas y lluvias torrenciales que con mayor frecuencia afectan más a zonas inusuales o se extienden más allá de lo normal en otoño. Nos tenemos que preparar y adaptar a las consecuencias del cambio climático. Hay que mitigarlo y seguir trabajando en políticas públicas de adaptación.
El término sequía inquieta a la sociedad ¿y a Aemet?
De todos los efectos del cambio climático en España, no hay duda de que el vinculado al agua va a ser lo que arroje un mayor impacto. En los últimos años, las zonas que pasan a clima semiárido aumentan con cierta velocidad, y de hecho, según un análisis realizado por Aemet, cada 5 años una superficie equivalente a la provincia de Málaga, pasa de clima templado a semiárido. Son datos inquietantes. Es necesario estar preparados porque los escenarios climáticos prevén periodos de sequía más amplios y hace más sensible la situación. La gestión del agua hay que tratarla con el máximo rigor porque tiene un tremendo impacto en la población, en la economía y en la sociedad.
Fuente: La Opinión DE MÁLAGA